No han de ser más las medias o desviaciones estándar demostradas en los estudios científicos las que determinen el abordaje clínico en función de la supuesta pertenencia a una u… Click to show full abstract
No han de ser más las medias o desviaciones estándar demostradas en los estudios científicos las que determinen el abordaje clínico en función de la supuesta pertenencia a una u otra categoría específicas. Contrariamente a una perspectiva dominante que pone el acento en lo que sería común a diferentes personas, vivimos una transición hacia el reconocimiento de que cada enfermo es completamente distinto de los demás. En efecto, sus diferencias, su particularidad, su singularidad, se convierten en la brújula del abordaje terapéutico. Pero, en la práctica, ¿cómo abordar la singularidad? Y particularmente, ¿cómo, en un entorno de fragilidad y multimorbilidad compleja cada vez más frecuentes? El grado de complejidad en la toma de decisiones médica ha aumentado exponencialmente y su abordaje ha sido un tema de interés creciente durante las últimas décadas1,2. Con cada nuevo descubrimiento clínico, la complejidad diagnóstica y, sobre todo, la de la toma de decisiones aumenta. Peor aún si a esto le sumamos que la mayor parte de las personas mayores adolecen de la condición de multimorbilidad (definida como la presencia concomitante de al menos 2 condiciones de largo plazo)3. El advenimiento de la medicina genómica y la explosión de datos disponibles hará que las tareas relacionadas con las decisiones clínicas se tornen aún más complejas y dinámicas. Campos como la cibernética, teoría general de sistemas, teoría del caos, teoría de juegos y algunos aspectos de la inteligencia artificial proporcionan una buena base teórica para el diseño de métodos para medir y abordar la complejidad, pero puede que no sean aún directamente traducibles a la toma de decisiones en la práctica clínica. El poder aprehender la complejidad en contextos clínicos sería útil para muchos propósitos, incluyendo la mejora en la toma de decisiones, el desarrollo de modelos de intervención y la operación de sistemas de atención. Muchos campos del conocimiento han encontrado que el uso de modelos para reducir la complejidad ayuda a clarificar el abordaje cognoscitivo4. La complejidad en medicina necesita reducirse a componentes simples, de manera tal que sea abordable por los clínicos. Hay ensayos recientes para operacionalizar este abordaje, pero que permanecen todavía en el nivel teórico5.
               
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