A mediados del siglo xix se renueva el interes por Filipinas. Las diversas circunstancias quecoadyuvan en este nuevo escenario, como la necesidad de madera y carbon para la armada,la apertura… Click to show full abstract
A mediados del siglo xix se renueva el interes por Filipinas. Las diversas circunstancias quecoadyuvan en este nuevo escenario, como la necesidad de madera y carbon para la armada,la apertura del canal de Suez, las politicas de expansion, etc., ponen el foco en los aspectosgeograficos y naturalistas de las islas, en sus recursos y en el conocimiento del interior frentea la predominancia de las cuestiones maritimas que anteceden a esta nueva etapa. En estegiro de intereses y perspectivas, la cartografia se mostrara como una herramienta necesariapara el nuevo orden colonial. La realizada por los servicios de minas y forestal, la Direccionde Hidrografia o el Deposito de la Guerra son pruebas del nuevo esfuerzo territorial emprendidocon sus logros y limitaciones. En los conflictos belicos iniciados en 1896 con la guerra hispano-filipina, la cartografia mostrara todo su valor, convirtiendose en un preciado tesoro para las pretensiones imperiales de EE.UU. en el Archipielago. Un joven auxiliar de Minas destinado a las islas en 1880, Enrique d’Almonte, gracias a sus destrezas como dibujante y explorador y a la preparacion que va adquiriendo como geografo y naturalista, se convertira, con su excepcional produccion de mapas, en el centro de las necesidades cartograficas que los diversos ordenes coloniales confluyentes demandan.
               
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