Actualmente se vive una crisis sanitaria de alcance global, catalogada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como pandemia (1). Se reportan al 26 de julio del 2020: 646… Click to show full abstract
Actualmente se vive una crisis sanitaria de alcance global, catalogada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como pandemia (1). Se reportan al 26 de julio del 2020: 646 996 víctimas mortales y sobrepasa los dieciséis millones de casos confirmados en el mundo (2) En Sudamérica el Perú, después de Brasil, ocupa el segundo lugar con 379,884 casos y 18,030 defunciones (2). Por las características propias de esta pandemia, el personal de salud se enfrenta a estresores laborales intensos, tales como largas jornadas de trabajo, sobrecarga laboral, instrucciones y medidas de seguridad estrictas, necesidad permanente de concentración y vigilancia, escasez de equipamientos de protección entre otros (3,4). Se incluye además el colapso de un sistema sanitario precario, una mayor duración de la cuarentena, frustración, aburrimiento, pérdidas financieras (5) información insuficiente y poco claras para poder tomar acciones adecuadas (6,7) percepción de falta de transparencia de los funcionarios públicos y del gobierno sobre la gestión de los recursos públicos (7). Esta situación, pone en riesgo la salud física y mental del personal sanitario, dando lugar a contagios por inadecuadas condiciones de bioseguridad e infraestructura sanitaria, complicaciones a su propia salud y muerte. La afectación psicológica se manifiesta con síntomas de ansiedad, depresión o trastornos por estrés postraumático (8) o traumatización vicaria derivada de la compasión hacia los pacientes que están atendiendo (9).
               
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